domingo, 7 de abril de 2013

UNA EFICACIA DEVASTADORA


La Real recurre a su pegada para destrozar al Málaga y afianzar su candidatura para la Champions

La Real Sociedad goleó al quinto clasificado y principal perseguidor. Ese es el mejor resumen y lo único que nos debe importar de lo acontecido ayer en Anoeta. El equipo realista aprovechó otros diez minutos mágicos para destrozar a un rival que había controlado, que no dominado, los inicios del choque.

Esta circunstancia dota sin duda de más valor a su victoria de ayer, al recordarnos que enfrente tenía un adversario de entidad que se ha colado por méritos propios entre los ocho primeros de Europa. Esa gesta no se consigue con solo once jugadores, sino con una plantilla de nivel y competente, por lo que poco o nada nos debe alterar la lectura de lo sucedido ayer en Anoeta la alineación de Pellegrini.

El chileno arriesgó prescindiendo de futbolistas de peso y, como es lógico, lo pagó ante el equipo más en forma del campeonato. Si a esta Real le das facilidades, te lo paga con un saco de goles en cuanto puede. Y así sucedió. Luego se equivocó en la sala de prensa al afirmar que no ganó el mejor. Cuatro goles y dos palos. Cerca y lejos. Lección de Barrio Sésamo.

Confianza 

El conjunto txuri-urdin sigue encontrando argumentos diferentes cada semana que le permiten solventar sus encuentros. Ayer, como ha sucedido en más ocasiones, echó mano de su devastadora pegada para liquidar al quinto clasificado. Bueno, eso y, por supuesto, su incontrolable estado de gracia. Los blanquiazules se sienten poderosos en su racha interminable y han perdido el miedo a fallar. Eso se traduce en que un De la Bella, uno de los peones, que lleva una campaña de ensueño, anotara el segundo gol con un zurdazo desde 25 metros que se coló junto al palo de la portería, o que Agirretxe diera una asistencia de 30 metros perfecta con su pierna mala.

Philippe Montanier está haciendo un sobresaliente trabajo en el banquillo de la Real. Su éxito es incuestionable. El equipo juega siempre a lo mismo, tanto en casa como fuera, compite como una moto, planta cara a cualquiera y ha alcanzado por méritos propios la vitola de imbatible. Pero también hay que destacar que, como advertían muchos y pese a que la mayoría son de casa, la plantilla que tenía en sus manos no era la de un utilitario, sino la de un auténtico Fórmula 1. Es alucinante el crecimiento individual que están protagonizando los realistas, cuya suma de aportaciones han ido conformando una máquina imparable que vuelve loca a su afición.

Con la innegable cuota de responsabilidad del técnico galo en el crecimiento de todos ellos, la realidad es que dispone de un portero notable y una defensa solvente, que cumple habitualmente sin cometer errores. Un centro del campo en el que emerge la figura imperial de un líder como Illarramendi, que hace todo bien. Ayer recuperó once balones y como el señor Lobo en Pulp Fiction, solucionó los problemas de sus compañeros en cada parcela en la que intervenía. Y una línea de tres y una delantera en la que todo es posible y en la que cada día destaca uno para decidir los encuentros. El resultado, el que todos ya conocen, la Real es cuarta a falta de ocho jornadas para el final de la campaña. Como repiten los blanquiazules, no es un sueño, sino una realidad. La "consecuencia" como diría Montanier de lo que demuestran semana a semana en el verde.

El conjunto txuri-urdin arrancó con dudas el choque. El Málaga controlaba bien la situación, con combinaciones muy largas y con un trabajo defensivo solvente y táctico, en el que destacaba la presión de su combativo doble pivote. Sin embargo, en todo momento fue más inquietante la percepción de que la Real no se encontraba a sí misma que el propio ataque malacitano. Los primeros minutos fueron tediosos y planos, solo animados por un Kameni que demostró desde el inicio que estaba con ganas de firmar una pifia de las que se recuerdan.

Una vez más fue la garra de Carlos Martínez la que hizo sonar el despertador en Anoeta. El navarro encendió a la grada con su primera cabalgada, en la que intentó en dos ocasiones el centro antes de noquear a Welligton. Poco después fue Zurutuza quien se fajó como el que más en una situación incómoda, antes de poner un centro que salvó con apuros Kameni. El propio pelirrojo alcanzó la línea de fondo segundos después y su pase medido lo controló Griezmann antes de estrellarlo contra el larguero. En el córner posterior, con la Real ya en ebullición, llegó el gol 3.000 en Primera y lo marcó el máximo realizador del equipo. Griezmann centró al segundo palo, Agirretxe cabeceó escandalosamente solo y el rechace de la parada de Kameni lo empujó Vela a la red.

A los tres minutos llegó el citado tanto de De la Bella que dejaba al Málaga muy tocado. Y solo nueve más tarde, Agirretxe se sacó de la chistera un pase perfecto a lo Pardo de 20 metros con su pierna mala y Griezmann, siempre Griezmann, marcó tras orientar el control con el pecho en plena carrera, como solo él sabe hacerlo, y definir por bajo ante la salida de Kameni.

Pardo

En ese momento, con Anoeta patas arriba y enloquecida de emoción, de repente se apagó la luz. Zurutuza, lesionado, fue sustituido por Pardo, y el equipo lo acusó. El riojano salió muy frío y tomó decisiones equivocadas. Es un jugador buenísimo, con un futuro esplendoroso, como lo confirma que ayer fue portada del Marca, pero debe actuar más tranquilo. Por mucha calidad que atesore tiene que entender que su labor es organizar, y que no puede inventar en cada jugada. Xabi Alonso da entre cinco y diez pases largos tan precisos como los suyos, pero la mayoría de veces toca en corto o en horizontal. A este estado de sobreexcitación no contribuye que Montanier no le haya dado oportunidades esta temporada ni le haya asignado un papel protagonista.

La Real bajó sus prestaciones y lo pagó con un gol en contra. Carlos Martínez despejó forzado un balón hacia al centro y la volea de Morales se la tragó Bravo. En su descarga cabe citar que le pudo despistar Mikel, que llegó a rozar el esférico.

Con el tanto del Málaga y los suplentes que tenía en el banquillo, el duelo no estaba liquidado. La Real fue consciente de eso y, nada más reanudarse el encuentro, Pardo sacó un córner perfecto e Iñigo Martínez lo cabeceó a las redes. Mucho mérito el del central, que buscó el balón con el apetito y el olfato de un ariete.

La sentencia anestesió un poco más el duelo. A partir de ese momento el Málaga intentó resucitar, aunque siempre lo hizo con muy poca fe. En una de las pocas contras que hilvanaron los locales, Agirretxe sirvió a Vela y el chut de este se estrelló en la madera. Lo malo no fue que no entrara, sino que recayó de su lesión muscular y tuvo que se sustituido. El posterior tanto de Santa Cruz no alteró el ritmo del choque ni asustó a una Real que supo administrar bien su ventaja, aunque brillara menos que en tardes recientes.

Con los tres de ayer, los realistas sacan ya cuatro puntos a sus perseguidores. O lo que es lo mismo, dos partidos de ventaja cuando solo quedan ocho. Ahora les esperan dos salidas seguidas y la final frente al Valencia, que tiene la oportunidad de situarse hoy a dos. Pero el resto de candidatos da igual, lo que importa es la Real, el equipo más en forma de la Liga y, sobre todo, que pueda recuperar efectivos para las siguientes batallas. Anoeta ya se ha abonado al espectáculo. Una cosa de locos.


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