“Cuánto dolor. La Real se va a Segunda. Mi Real. Increíble. Inexplicable. Fatal. Una lágrima cae en el papel. He tenido toda la temporada para asimilarlo. Razones nos han dado para que el desenlace de la película no sea tan duro. Pero el destino nos tenía reservado el trago más amargo. Tenía que ser Savio, el que ha propiciado que la Real llegue 'viva' a la última jornada, el que fallara en el momento más inoportuno. Cuánto dolor. Soy de la generación que no tuvo la oportunidad de disfrutar los títulos de Liga. Los viví en la cuna, y hoy es el día en el que me recuerdan la cara que puse al ver a mis aitas gritar de alegría, como locos, el gol de Zamora. Entre la incredulidad y el desconcierto. Quién iba a decir que, después de tanto tiempo, volvería a sentir lo mismo. Ojos vidriosos. Cae otra lágrima en el papel. La historia de nada sirve. El presente lo nubla todo. Los 40 años ininterrumpidos en la elite. El título de Copa. El oasis del subcampeonato. La Champions. Ahora es todo desierto. La mirada se me pierde en el horizonte de la Segunda. La Real, mi Real, descenderá el domingo próximo.Una nueva lágrima. El papel ya es inservible. Qué desazón. Se va un grande. Volverá. Cuánto dolor”.
Después de seis años e innumerables penurias hoy las lágrimas son de alegría. La Real ha florecido con la fuerza de los más jóvenes y de la mano de una afición que merece un reconocimiento. Lo que vivimos el domingo en Anoeta ante el Valencia pasará a la historia como una de los grandes momentos de este club, en el que, ofreciendo un fútbol espectacular, el equipo txuri urdin pasó por encima de su rival más directo en la lucha por la Champions. ¡La Champions! Lo que en su día fue un oasis, el subcampeonato, la participación en la máxima competición internacional por equipos, vuelve a hacerse presente y lo que hay que conseguir es que, precisamente, se convierta en lo contrario, en algo habitual, como lo fue en su día. Días en los que ver a la Real paseándose por Europa no era una sorpresa sino que era algo de lo más normal y que no extrañaba a nadie. Los ojos vidriosos vuelven a estarlo tras presenciar maravillas como la del otro día y oteando en el horizonte esos martes y miércoles nocturnos de batalla europea ante los mejores equipos del continente. Lo tenemos en la mano. Del dolor al regocijo. “Se va un grande. Volverá”. Ya está aquí. Y cómo estamos disfrutando. Otra lágrima en el papel.
En estado de gracia
La plantilla de la Real está en estado de gracia. El nivel general está siendo descomunal, pero esta semana no puedo sino centrarme en dos futbolistas. El primero, Markel. Se ha llevado palos de todos los colores, tanto por las lesiones como por la crítica. Hoy es el día en el que está que se sale. Es el ancla del equipo, lo barre todo. Se ha convertido en un indispensable. Ante el Valencia estuvo, sencillamente, inconmensurable. Y qué decir de Agirretxe, alias AGR9. A día de hoy está de selección. Ni Negredo, ni Soldado, ni Rubén Castro, Imanol está con duende. Otro partido excepcional, y ya van unos cuantos esta temporada. Nos tienen alucinados. Y lo que nos gusta. Ahora, a conquistar Getafe.
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