lunes, 3 de junio de 2013

LOS SUSPENSOS DE MONTANIER


Hace escasos minutos, el ya ex-entrenador txuriurdin Philippe Montanier se despedía de todos en una abarrotada rueda de prensa de Zubieta. Y lo ha hecho como un señor, con buenas palabras hacia la Real Sociedad. En su etapa ha tenido aciertos y errores. Ayer publicaba los que, a mi juicio, eran sus aciertos. Ahora voy con los errores.

Gestión del equipo: Si el año pasado fueron Ifrán o Rubén Pardo, éste año le ha tocado a José Ángel, Cadamuro o Carlos Martínez al comienzo de temporada. Philippe Montanier no se ha mostrado especialmente habilidoso a la hora de gestionar la plantilla. Si bien ha logrado tener un bloque unido siempre, da la sensación de que no le ha sacado todo el jugo posible a la plantilla. En el caso del defensa asturiano, ha contado con una sola oportunidad en toda la temporada en su posición, contra el Mallorca. Cadamuro, pese a ser un hombre utilizado el año pasado, también ha contado sólo con dos titularidades, mientras que el expreso de Lodosa estuvo las nueve primeras jornadas en la grada. Éste ha sido uno de los fallos de Montanier como entrenador estos dos años.

Conexión con la afición: No es estrictamente necesario que un entrenador conecte con la afición, pero el francés no lo ha hecho en ningún momento. Desde la primera vuelta de la temporada pasada, el de Vernon nunca ha convencido a la sabia grada de Anoeta, que ha pedido su dimisión en más de una ocasión y que el domingo terminó coreando su nombre por primera vez en dos campañas.

Cantera: Parece mentira achacarle a Philippe que no haya contado con la cantera cuando ha sido él quien ha dado la oportunidad a Iñigo Martínez o Illarramendi. Es un éxito total que en dos temporadas tengas a dos jugadores buenos, nuevos y canteranos en el equipo. Pero a lo que me refiero es que salvando estos dos casos, la única vez que el francés ha hechado mano del filial para completar una convocatoria fue para llevarse a Nanizayamo y Fuchs, una decisión cuanto menos cuestionable y que no debió sentar muy bien. Por supuesto no los hizo debutar, ni a ellos ni a ninguno de los pupilos de Meho Kodro. Ni siquiera los minutos de la basura que se llaman.

Cabezonería: Y es que el nuevo entrenador del Rennes se ha mostrado fiel a sus principios. Durante la primera temporada sonaba ya a chiste que hiciese un cambio siempre en el minuto 69. Podía pasar lo que fuera en el partido que hasta que llegaba ese minuto no variaba nada el equipo. En su segunda temporada tardó cinco jornadas en hacer el cambio más tempranero de su historia realista sin que fuera obligado. Ante el Levante retiró del campo a José Ángel en el descanso. También ha mostrado su cabezonería en más de una ocasión a la hora de insistir con un jugador una y otra vez y en no variar una sola pieza de su esquema. Y la primera, o de las primeras veces que lo hizo, fue el mayor punto de inflexión de su estancia en Donosti. Fue en La Rosaleda, y quién sabe si por las bajas o porque, situó a Illarra de 4 y alineó a Pardo delante suyo prescindiendo de un pivote meramente defensivo. Ese cambio, sumado al de sacar a Prieto de la banda y situarlo en la mediapunta fueron dos de sus mayores aciertos.

Falta de ambición: Durante dos años Montanier nos ha acostumbrado a una preocupante falta de ambición. No sólo en las ruedas de prensa, también en el campo. Esa ambición que pedimos apenas la hemos podido ver en algún partido de esta temporada. Los cambios sin sentido tampoco le han ayudado. Fuera del césped, su afán por frenar la ilusión de la gente y de no poner sus ojos en Europa y si en la permanencia a muchos en algún momento nos ha desesperado.


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