jueves, 11 de julio de 2013

CRÓNICA DE UN FINAL ANUNCIADO


Parece que el culebrón Illarramendi llega a su fin. Aunque Jokin Aperribay instara a quien estuviese interesado en el mutrikuarra a depositar la cláusula en la LFP y negara las negociaciones, lo cierto es que Real Madrid y Real Sociedad a punto estuvieron de sellar el acuerdo anoche. Divergencias de última hora impidieron poner fin a este interminable affaire, pero las cartas ya están boca arriba.

A estas alturas de la película, aburrida y de final previsible, ya sabemos que el Real Madrid tiene claro que necesita al rubio. Que el rubio quiere irse. Y que la Real accede a la venta. Por lo tanto, y aunque en este embrollo en particular y en el mundo del fútbol en general se han visto giros de todos los colores, el '8' blanquiazul será jugador del Real Madrid en las próximas horas.

Hay quien valora positivamente la marcha del futbolista al considerar que el montante económico por el que se presume que se ejecutará la operación es muy elevado. No seré yo el que niegue que 35-40 millones es una cifra impresionante, habida cuenta de que nuestra mayor venta hasta la fecha es la de Darko Kovacevic, por unos 22 millones de euros.

Sin embargo, creo que los árboles no nos dejan ver el bosque. La Real ya sabe lo que es iniciar un camino a la perdición con las arcas llenas de billetes. Precisamente tras la venta de Darko Kovacevic. Fue Krauss quien le dijo al ariete balcánico "hoy te vas tú, pero mañana yo". Y así fue, una Real nueva rica se fue adentrando en zona peligrosa y se perpetuó durante años -con la excepción del subcampeonato- en una travesía funambulista que dio con sus huesos en el infierno.

Otro aspecto a reseñar es que la Real se juega entre 10 y 15 millones de euros a doble partido en agosto. La cifra deriva de pasar a la liguilla y de una previsión conservadora del rendimiento del club donostiarra en la Champions -recordemos que se ofrece un bonus económico por punto conseguido. Recalquemos también que un tercer puesto en una hipotética liguilla da acceso a continuar la andadura europea en la Europa League-.

Lo que quiero decir es que esta Real, con Illarramendi sobre el verde, es un cohete. Y las aspiraciones de la Real en la liguilla de Champions iban a ser -de confirmarse su marcha- mucho mayores que sin él. Básicamente porque la Real tenía ya una forma de jugar muy definida -la justificación de la contratación del inexperto Arrasate era el continuismo-, y ahora el bueno de Jagoba dispone de un mes para reinventar a un equipo que se ha llevado los halagos de los aficionados de todas partes del planeta fútbol. No quiero decir con esto que la Real no tenga opciones de pasar la previa, ni que de caer eliminada lo haga por la hipotética ausencia del medio centro de la cantera. Sino que sus opciones bajan enteros.

La Real no puede competir en el mercado, ni siquiera teniendo dinero, porque sobre Zubieta sobrevuelan muchos condicionantes. Por ejemplo, el límite o escala salarial. Aperribay podría disponer de efectivo para fichar a un jugador de 15 millones, pero sabe que nunca podrá ofrecer una ficha acorde a ese precio de mercado. El tópico que dice que en el fútbol es mejor que el dinero esté sobre el campo y no en el banco es una realidad en la Real Sociedad.

Es cierto que si el jugador presiona, su continuidad se antoja complicada. Pero el contrato de Illarramendi expira en 2018 y la Real podía -o puede, ¿quién se atreve a descartar algo en este loco mundo del fútbol?- cercenar ese asunto ofreciéndole un aumento salarial con la promesa de un traspaso en un futuro no muy lejano.

Claro que a estas alturas, no hay vuelta atrás, o no parece seria. El jugador, al menos así lo aseguran desde el entorno de Aperribay, ha presionado o ha puesto de su parte para salir. Aperribay, que negó que fuese a negociar por el futbolista, ha negociado por él y el Real Madrid lo quiere.

Que acabe cuanto antes, porque el tema ya cansa. El Real Madrid quiere comprar, la Real ha querido vender desde el primer instante, Illarra se ha querido ir y el club txuri urdin afronta un mes de agosto fulgurante. Nada más innecesario que prolongar un culebrón al que todavía le puede quedar un capítulo o tres. La previsión ayer por la tarde era que Real y Madrid cerrarían la operación en las próximas horas. Hoy seguirán las negociaciones y parece que el acuerdo es inminente, pero la Real no entrena hasta el lunes, coincidiendo con el primer entrenamiento del Real Madrid, por lo que esta aburrida crónica de una despedida anunciada podría dar su último coletazo durante el fin de semana.

¿Si soy optimista una vez confirmada la aparente marcha? La Real dispone de suficiente calidad como para encontrar el camino sin Illarramendi. Pero las estadísticas están ahí, y asustan. Illarramendi no salió de inicio en seis ocaciones la pasada liga. En cinco, la Real no ganó. Y el contexto es un cuarto puesto liguero y ninguna de esas ausencias -salvo que me traicione la memoria-, se produjeron contra Barcelona, Real Madrid ni Atlético de Madrid. Considero que Illarramendi es la correa de transmisión que mejora las virtudes del resto de "ingenieros" -Vela, Griezmann, Prieto o Agirretxe- y me parece que su previsible marcha siembra de dudas un proyecto bajo la batuta de un entrenador tan ilusionado como inexperto.


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