miércoles, 17 de julio de 2013

SENTIMIENTO


Hay una Real diferente por cada txuriurdin. Existe la Real de mi mejor amiga, la Real de Aranburu, la Real del vecino de arriba, la Real de nuestro compañero de butaca en Anoeta, la Real de nuestro profesor del colegio, etc. Todos con el mismo sentimiento, pero cada uno sintiéndolo a su manera.

A mi nadie me enseñó a ser de la Real Sociedad. Tampoco lo elegí yo. Me gusta decir que surgió por generación espontánea, ya que soy la primera (que no última) txuriurdin de la familia. Todo lo que sé es que hasta donde alcanzo a recordar ya pensaba en blanco y azul. A lo largo de todos estos años he adaptado la Real a mi modo de vida. La formalicé en mi familia, en mi rutina, en mi psicología. Hice que ser de la Real estuviera en consonancia con mi forma de ser. Porque es sólo fútbol pero a la vez, me gusta que no sea sólo eso.

Uno de los instantes que recuerdo con más orgullo y cariño se produjo en Segunda División. Jugábamos ante el Málaga, uno de los rivales más duros de la temporada y le plantamos cara con un equipo de cantera. Durante algo más de un minuto, durante la segunda parte, los once jugadores que vestían la elástica txuriurdin se habían criado en Zubieta. Es lo que un amigo y yo llamamos ‘el minuto mágico’. Existen muchas Real distintas. Pero esa es la mía. Discreta, humilde, sencilla, trabajadora, comprometida. De Gipuzkoa y para Gipuzkoa. De casa. Una Real con la que puedo identificarme fácilmente.

Existen muchas Reales distintas. Tantas, como almas hay en la grada de Anoeta. Tantas, como jugadores vistiendo nuestra camiseta. Puede que alguno porte el escudo compartiendo mi punto de vista. Puede que haya quien sólo lo vea como un escaparate con el que lucirse para catapultarse después. Puede que otro lo sienta suyo, aunque sin dejar de mirar de reojo a sus representantes.

Uno tras otro vemos huir a jugadores criados en Zubieta y descubrimos que, salvo excepciones, el verdadero sentimiento está sólo en la grada, al otro lado del televisor o incluso a kilómetros del campo. Entiendo lo mucho que desanima a creer en la cantera el hecho de que ésta se convierte en cartera pero yo necesito seguir sintiendo esta conexión especial con mi equipo.

La huida de Illarramendi nos da donde más duele. Desde Madrid destacan que es caro. Lo que ellos no tienen ni idea es el dinero, trabajo, esfuerzo y tiempo que se tarda en sacar de Zubieta un jugador de su calidad y de su carisma. Lo que ellos no saben es que para un equipo como la Real supone una pérdida importante en el campo pero más grave aún en el sentimiento. En Zubieta. En las plazas de los pueblos de Gipuzkoa. Donde necesitamos que sigan surgiendo nuevas Reales: Las ambiciosas, las viajeras, las románticas, las de cantera, las de cánticos, las de pipas, etc. Todos contamos. Heridos, toca levantarse de nuevo y centrarnos en los que se quedan. Somos diferentes e iguales. Centrados todos en nuestra ÚNICA Real. Que eso sea lo que nos mueva.


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