La primera noticia del año ha sido la renovación de otro canterano, Cadamuro. Apenas ha jugado durante las dos temporadas que lleva en el primer equipo, pero la prolongación de su contrato hasta dentro de tres años significa algo tan evidente como que se confía ciegamente en él. Una renovación barata y una apuesta en que se convertirá en una pieza importante o, por qué no, reportará una cantidad a tener en cuenta a las arcas de la institución. De partida, parece una renovación regalada, pero, insisto, este es el camino adoptado por el actual Consejo y lo cierto es que, de momento, no le está yendo mal. Entiendo que son decisiones muy meditadas, en ningún caso deberían tomarse a la ligera. Aperribay no se sale ni un milímetro de la autopista que ha trazado para el proyecto que, por cierto, quién sabe si liderará Montanier a partir de junio o no. Las cosas han cambiado en los dos últimos meses para un técnico francés que ha salido reforzado por las últimas victorias pero que, ojo, sigue sin aglutinar en torno a su figura esa confianza de la afición tan necesaria para que las cosas fluyan por sí mismas. Seamos ambiciosos.
Con la tranquilidad que otorgan los 25 puntos conquistados hasta la llegada del parón navideño, no parece mal momento para visitar el Bernabéu. Ganar allí siempre es casi quimérico, pero no cabe duda de que las aguas bajan revueltas por allí y que ausencias como las de Ramos, Pepe, Marcelo y compañía, unidas a la posible suplencia de Casillas, son como para tenerlas en cuenta. La fortaleza defensiva del Madrid baja muchos enteros sin ellos y, precisamente, con las armas realistas del centro del campo hacia arriba, no habría por qué descartar la hazaña. Ya ven. Me he venido arriba. Será que aún me duran los efectos del champagne de la última noche del año. Seamos ambiciosos.
Por lo tanto, deportivamente, no voy a cometer excesos en mis peticiones para el nuevo año. No quiero sobresaltos. El equipo está en una tendencia alcista y confío en que todos aporten su granito de arena, sin echar balones fuera, para estar en la pelea por los puestos europeos a final de temporada. Esa es la ilusión. Ello requerirá altas dosis de testiculina, concentración y ambición, mucha ambición. Divino tesoro, perdido hasta hace poco en el fondo del mar. La Real ha demostrado en 2012 ser capaz de lo mejor, pero también de lo peor. Quedémonos con la primera parte. Los jugadores han demostrado que si quieren, pueden. Pues a por ello, ¿no? Seamos ambiciosos.
La morriña de Demidov
No creo que haya sido el único al que haya extrañado el fichaje Vadim Demidov por el Celta. No porque no lo merezca ni considere que sea válido para la escuadra viguesa, para valorar eso ya están los técnicos del club celeste, sino por las razones que en su día se esgrimieron para argumentar su salida de la Real este verano. Al final, está claro el futbolista tiene la sartén por el mango. Claro que, en este caso, el club txuri urdin también salió ganando. El internacional noruego terminaba contrato en 2013 y no se le iba a renovar. Su marcha al Eintracht permitió a la Real sacar algo por él. Ahora vuelve a la Liga. Agur morriña.
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