jueves, 14 de marzo de 2013

EVOLUCIÓN

Tenía pensado escribir sobre Montanier antes de que comenzara a correr el rumor de la no renovación del míster y de las diversas ofertas que ha podido recibir desde Francia. Desconozco qué hay de verdad en todo eso pero, al menos, me exime de preocuparme por el futuro del banquillo realista, o mejor dicho, de continuar debatiendo conmigo misma qué creo que es mejor, si dejarle irse u ofrecerle la continuidad. Entiendo que, tras todo lo vivido, la pelota esté en su tejado. Pero necesitaba hacer un ejercicio de autocrítica, una evaluación de mis ideas y saber si, como él, yo también he evolucionado desde que llegó a nuestro banquillo.

Porque yo, confieso, pertenezco a esa gran parte de la afición realista que ha sido muy crítica con el entrenador, aunque creo que no de manera gratuita. Por anteriores experiencias sé que no soy de las que cae en el reproche rápido y prefiero dejar hacer su trabajo al míster hasta valorarle como tal. Reconozco que no estuve a favor de la salida de Lasarte del club, aunque ello no haya influido en mi rechazo a Montanier.

En su contra diré que en ocasiones no me han gustado sus formas, rayando incluso la provocación o la chulería de cara a la afición. Tampoco me gustó el protagonismo de Elustondo y Markel el año pasado, privándonos de soñar antes, ni su terquedad en no ver que esa dupla no sólo no nos daba solidez en el centro del campo si no que incidía negativamente en nuestra capacidad de competir. No me gusta que insista en que nada ha cambiado cuando es evidente el salto de calidad que el equipo y él mismo han dado en este año y medio en el que le hemos visto cambiar de planteamiento, de jugadores imprescindibles e incluso su capacidad de leer los partidos. Y tampoco me gusta que no haya comunión entre entrenador y afición.

En su defensa diré que me agrada ver cómo ha crecido como entrenador Montanier desde que llegó a la Real Sociedad. Podría decirse que es imperdonable que hayamos tardado más de un mes en ver a Illarramendi, pulmón de este equipo, asentado como verdadero cerebro en el terreno de juego. Pero, afortunadamente, el míster ya lo ha visto. Me gusta ver cómo ha aprendido a leer los partidos y sus circunstancias. Me gusta cómo juega la Real Sociedad. Y me gusta, por encima de todo, la unidad, el grupo sólido y unido en el que se ha convertido esta plantilla. Porque cuando no lo hemos sido -y no lo éramos la temporada pasada cuando, en mi opinión, a la propia plantilla le costó encontrar el feeling con el entrenador-, es cuando hemos fracasado. Y quiero creer que en esto, algo tendrá que ver Montanier.

Puede que todo esto dé igual. Puede que, ahora, la renovación esté en el tejado de Montanier y lo que queramos u opinemos ya no importe. Yo sólo sé que a día de hoy no me vería mal la renovación del míster. Aún cuando hay cosas que no me gustan nada de él. No deja de ser curioso...


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