Ya han pasado varios días desde que profanamos el fortín rojiblanco madrileño y aún sigo sumida en una vorágine de euforia que ya empieza a formar parte de mi estado de ánimo natural cada lunes por la mañana. Estoy pensando crear una plantilla de frases tópicas y típicas que hablen de triunfo, felicidad, entusiasmo e ilusión porque últimamente la trama de mis artículos siempre es la misma ¡y yo encantada!
Es difícil dejarme a mí sin palabras y lo sabes pero una vez más lo has conseguido. Ya no sé cómo definir nuestras emociones en esta temporada de la ilusión, como ya me atrevo a definirla en la que lo imposible se vuelve alcanzable y el triunfo es lo esperable se juegue donde se juegue. ¿Qué ha cambiado?
A veces me gusta imaginarte como ese polluelo que acaba de nacer indefenso, sin plumas y mojado por los flujos del parto. Aunque nos digan que será un águila real imponente, su fragilidad y aspecto endeble nos hace dudar. Así te veía cuando Aperribay nos prometía un salto de calidad que nunca llegaba, en aquellas terribles tardes en las que los felinos te daban miedo. Parece que hoy ese polluelo agazapado y enfermizo empieza a desarrollar su plumaje ya no teme a sus depredadores y se ve preparado para saltar al vacío y volar, y volar, y volar… y llegar a esas tierras del norte de Europa desplegando sus alas y dejando ver sus brillantes colores encandilando con su vigorosidad y enorgulleciendo a aquéllos que lo aman y que siempre confiaron en él.
La visita al Calderón tenía todos los alicientes para convertirse en una trampa mortal con números que imponían respeto y Ayza Gámez, ese árbitro con el que la Real no había ganado nunca. Pero en la temporada de la ilusión estamos acostumbrándonos a inclinar la balanza de nuestro lado y romper con lo establecido, haciendo historia. No pudimos batir a Courtois antes del minuto 34 privándole del récord, pero poco le duró la alegría con ese 0-1 fruto de una genialidad de Xabi Prieto que algunos quieren situar en fuera de juego. ¿Será la suerte del campeón o mi regalo especial de cumple?
Quizás no fue un partido tan vistoso como el del Betis y estuvo bastante lejos del fútbol total. El juego sin balón fue el factor clave de éxito y la Real realizó un intenso trabajo en defensa con un expléndido Iñigo Martínez. El tigre acabó sucumbiendo a los encantos del intrépido pajarillo y ante la mirada atónica de una grada acostumbrada a ganar, vieron como el aguilucho alzaba el vuelo llevándose su valioso tesoro y la virtud de haber sido el primero vencer al tigre.
Vale, sí, acabo de compararte con un polluelo, ¿a que no lo habían hecho nunca? ¡Me dirás que no soy original y creativa con mis metáforas! Pero eres mi inspiración y ahora empiezo a entender muchas cosas, a creer casi dos años después en aquél proyecto a largo plazo por el que Martín Lasarte debía abandonarnos; a confiar en la palabra de Montanier que aunque me ocurre como con algunos sermones que no consigo entender, estoy empezando a terminar cada comparecencia, cada alineación o cada decisión con un "te adoramos, señor" porque hoy Montanier tiene duende, la suerte le sonríe y a nosotros también porque su suerte es la nuestra.
Hoy puedes aprovechar tus alas para brindar por los tres puntos con aquél que te sigue desde el cielo cuya mano siempre amiga te ayuda cada vez que pisas ese estadio donde habita su verdugo. Aquél que siempre está presente, que nunca debió morir y que vive siempre en el recuerdo de una afición que llora cada día por su ausencia. Hoy Aitor Zabaleta, como nosotros, tendrá los pelos de punta al verte convirtiéndote en la flamante Águila REAL que todos esperábamos, con 44 puntos, en puestos de Champions a once jornadas del final de liga, con la autoridad de un grande que todo lo puede y saliendo por la puerta grande de los grandes estadios como La Rosaleda, Mestalla, San Mamés y el propio Calderón. Sí. Estará orgulloso de ti. Como yo. Como todos.
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