Estábamos tan acostumbrados al dulce algodón de azúcar que encontrarnos con el sabor a limón en el Reyno de Navarra nos ha dejado una acidez que teníamos ya olvidada. La Real no conoce la derrota desde noviembre y el nivel de exigencia de una afición de Champions ha ascendido tanto que un punto nos resulta insuficiente. Montanier se presentó con Markel, Elustondo y Cadamuro en el once inicial por las bajas de De la Bella, Illarra y Zuru dejando a Jose Ángel, Chory y Pardo en el banquillo.
Osasuna impuso su juego de destrucción y la Real terminó renunciando a su estilo para jugar a no jugar a nada. Los noventa minutos en esa terraza con televisión se me hicieron demasiado largos y la afición que volvió a arropar a su equipo desde lo alto de la grada se quedó helada sin poder celebrar ni un solo gol.
Vi un pase de tacón de Agirretxe y dos tiros a bocajarro de Antoine que encontraron al mismo defensa navarro, un poste envenenado que no quiso tocar la red y muchos fallos que a punto estuvieron de hacernos perder el oro del punto. Los encuentros en Reyno siempre resultan broncos, peleones y austeros y quedó demostrado que De la Bella e Illarra son piezas fundamentales en el puzle de Montanier.
En el fútbol, como en la vida, nos encontraremos con baches que podemos afrontar con derrotismo o intentar aprender de nuestros errores para volver pronto a la cresta de la ola. Desde mi punto de vista, el punto logrado en el Reyno es muy bueno y aunque no conseguimos imponer el ‘Reala Style’ de la temporada de la ilusión, hoy estamos un punto más cerca de la Champions.
No podemos pasar de tratar a Montanier de ‘entrenador de moda’ a volver a situarle en el punto de mira por un partido que no salga como esperamos. No gozamos de quince minutos locos que nos dieran tres goles, ni de la puntería de nuestros delanteros, ni los defensas atinaron encendiendo el botón de euforia a la tarde.
La Real sigue invicta, cuarta con 55 puntos y a punto de recibir en Anoeta al quinto al que puede dejar a cinco. Debemos permanecer unidos, con la seguridad de que la Champions depende de nosotros, conservando la mente fría y el corazón txuri urdin muy caliente.
Mi estado de optimismo sigue intacto porque hemos logrado cuatro puntos de seis fuera de casa, ¿Os acordáis cuando no éramos capaces de sacar un solo punto lejos de Anoeta? Yo sí. No podemos hacer de un empate, una tragedia o de una alineación que no nos guste, un motivo para apedrear a Montanier. No se puede ganar siempre y no debemos sentirnos decepcionados porque lo que está haciendo la Real durante más de una vuelta roza la perfección.
Desde ´Terra de Meigas´ y después de haber cenado en un mexicano, es mi deber lanzar esta enseñanza para que se nos quite ese regustillo tan raro que nos ha dejado el finde: "Si la vida te da limones, ¡Ponle sal y tequila!" La sal del trabajo, disciplina y concentración en Zubieta y el tequila de los cánticos, amistades, previas, viajes y locuras de la afición.
¡Y que viva México, la Real, Montanier y todos mis cuates que aquí aún queda mucho tomate! Y tocadme una ranchera que me gustas mucho tú y estoy deseando volver, volver, volver para marcarnos un nuevo ‘yiiiiiiiiiiiiijaaaaaaaaaaa’ de Champions en nuestra próxima final del domingo
¡Que no decaiga ese ánimo, txuriurdines! ¿Otro tequila?
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