Esta final llega tras un puntazo obtenido en Cornellá, donde la Real se rehizo ante las adversidades en forma de lesiones y en forma de goles espanyolistas en la primera mitad. La víspera fue dura, Bravo y Vela se quedaban, obligados, en casa. Dos de los pilares se ausentaban y eso unido al parón liguero suscitó ciertas dudas en el entorno sobre cómo iba a afrontar el cuadro de Montanier el retorno a la competición. De no haber sido por la torrija de la primera mitad –me queda la sensación de debilidad defensiva en los dos goles locales- tendríamos dos puntos más en el casillero. Pero, ciertamente, el punto es de oro, y creo que nos acordaremos de él a final de campaña. La segunda mitad fue de total dominio txuri urdin, un tercer tanto hubiera sido el acabose, quizá de haber estado Vela…
Con todo, sigue siendo una gozada ver la clasificación. Y sigue siendo grandioso escuchar hablar de los rivales sobre la Real y su juego. Prácticamente todas las semanas los contrarios destacan sus virtudes y Javier Aguirre no fue menos tras el choque. Decir que la Real ha sido hasta ahora el mejor equipo que ha pasado por Cornellá tiene su aquél. Y el mexicano no tiene pinta de ser de esos que hablan de cara a la galería. El club, el equipo y todo su entorno vivimos los momentos más dulces en muchos años y ahora lo único que falta es rematarlo con una gran faena en los nueve compromisos que restan, cada uno más difícil que el siguiente, pero con un aspecto clave y, a su vez, tranquilizador al menos comprobando cómo están afrontando los jugadores los envites semanales: dependemos de nosotros mismos. Esta Real está a un pasito de escribir su nombre con letras de oro en la eterna historia blanquiazul. Con todo el orgullo que supone conseguirlo con una inmensa mayoría de futbolistas curtidos en casa, en la factoría de Zubieta. Como en los mejores tiempos. Qué delicia. Que esto no pare.
Recompensa merecida
Esta semana se ha hecho oficial lo que era un secreto a voces. Loren seguirá al frente de la dirección deportiva las próximas dos temporadas. La lógica y el sentido común, a quienes durante tanto tiempo se dio la espalda en la Real, invitaban a pensar en que no podía ser de otra manera. El ex capitán ha cometido errores, varios, a lo largo de su trayectoria como máximo respons
able en los despachos de Anoeta, pero se ha rehecho, en poco tiempo, apostando por una idea, la de siempre, la que nunca debió evaporarse, y le ha dado la razón. Es una recompensa merecida. Si años atrás el Consejo no prescindió de él, hacerlo ahora hubiera sido incomprensible. Creo.
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