No es suficiente tener jugadores de gran calidad, que los tenemos, sino que hay que motivarlos y convencerles de que son capaces de ganar a cualquiera y en cualquier campo. El trabajo del entrenador no se basa sólamente en hacer una alineación y estudiar un planteamiento para cada partido. Su trabajo también es animar, motivar, corregir y si en un momento dado hay que dar un puñetazo en la mesa y gritar un “me cago en la leche” pues hay que hacerlo. Trabajo con adolescentes y sé lo importante y esencial que es motivarles para que estudien pero muchas veces también tienes que echar una bronca para que espabilen, cambien de actitud o reaccionen.
Algunos entrenadores se desgañitan en la banda corrigiendo, abroncando y animando a sus jugadores; nuestro querido entrenador se queda escondido en su banquillo, agazapado viendo pasar la tarde/noche sin pena ni gloria.
No entiendo que el equipo salga sin carácter a ningún campo pero entiendo menos que lo haga en algunos en concreto, y éste es uno de ellos. ¿ Dónde está el orgullo? Os dieron una paliza la temporada pasada, ¿ no es suficiente razón para motivaros y salir a comeros la hierba? ¿ No tenemos a ningún jugador en el equipo capaz de pegar un grito en un momento dado y gritar: “Echadle cojones, por dios”? ¿ No tenemos a nadie con carácter y un poco de mala leche ? Parece ser que no, porque si lo hay, la verdad es que en el campo no se nota. Es muy triste ver a los jugadores deambular por el campo como quien sale en la procesión de Semana Santa. ¿ No es éste un deporte de pelotas y de hombres? Joder, que se note.
Si nos tienen que ganar, que sea porque son mejores que nosotros pero nunca porque hayamos salido al campo dormidos, sin ganas, sin orgullo, sin actitud. No podemos salir al campo como en el segundo tiempo contra el Celta, con una empanada terrible, ni, por supuesto como ayer, con una ensaimada inmensa; los jugadores tienen que salir enchufados al partido y con hambre de triunfo y de comerse a quienes se les pongan delante. Y ésa es función del entrenador, no de los aficionados ni de los periodistas, sino del entrenador.
Empezando desde arriba y pasando por todos los estamentos, alguien tiene que pegar un puñetazo encima de la mesa y conseguir que no nos vuelva a ocurrir. No queremos volver a sufrir partidos como los del año pasado. Tenemos un equipo de mucha calidad pero ellos se lo tienen que creer y para eso el míster tiene que reaccionar y motivar a estos chicos. Si no sabe hacerlo, que se vaya y que otro con más genio, carácter y mala leche lo haga.
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