"Estamos a contrarreloj, quedan 25 jornadas y haremos lo que haga falta para lograr la salvación", indicó Aguirre en su presentación como nuevo técnico periquito, antes de dejar claro que la delicada situación deportiva que atravesaba el equipo -hundido en lo más profundo de la clasificación- iba a requerir de altas dosis de trabajo. "Lo primero que hay que hacer es saber cómo sacar esto adelante, hay que fajarse el pantalón y trabajar. Creo con la cabeza, el corazón y lo que le sigue para abajo que este equipo se va a salvar", señaló entonces el mexicano, que catorce jornadas después ha logrado ubicar al Espanyol en la decimotercera posición con 35 puntos, o lo que es lo mismo, once puntos por encima de los puestos de descenso. Es decir, con la salvación en el bolsillo.
Y es que la mano de Aguirre, amante del béisbol y del fútbol americano y exentrenador de Osasuna, Atlético y de la selección de México, entre otros, comenzó a notarse desde que el Espanyol visitó Granada en el que suponía el primer encuentro liguero del mexicano al frente de la nave periquita. La apuesta por el buen fútbol sin resultados con Pochettino en el banquillo dio paso a un equipo más sólido, difícil de descomponer y comprometido en pos del objetivo de la permanencia. Con una imagen y una actitud renovada, el nuevo Espanyol de Aguirre no conoció la derrota en sus cuatro primeros compromisos de Liga, firmando incluso un empate (2-2) en el Bernabéu, envite que daría paso a la primera victoria de la era Aguirre frente a un rival directo como el Deportivo.
Solo el todopoderoso Barcelona, el Atlético -que pelea con el Real Madrid por la segunda plaza- y el Rayo -una de las revelaciones de la Liga-, y todos ellos lejos de Cornellà, han sido capaces de derrocar a los pupilos de El Vasco, que suman un total de 23 puntos en las últimas catorce jornadas, con un bagaje de seis victorias -ante Deportivo, Celta, Mallorca, Levante y Betis en casa, y contra el Málaga a domicilio-, cinco empates -frente al Granada, Sevilla, Real Madrid, Zaragoza y Valladolid- y las tres citadas derrotas fuera ante equipos que están realizando una gran campaña. Unos números y una resurrección basada en el buen hacer de un grupo de futbolistas que, unidos por una misma causa, han experimentado una notable mejoría, asomando ahora como el equipo que más faltas comete y el que más tarjetas amarillas acumula. Dos circunstancias que sirven para ejemplificar el grado de concentración del nuevo Espanyol de Aguirre.
El triunfo ante la Real, el inicio
Pero además de hacer de su estadio un fortín, donde no pierden desde la decimotercera jornada -0-2 ante el Getafe-, el Espanyol ha mejorado mucho fuera. La victoria ante la Real por 0-1 -la anterior a la magnífica racha txuri-urdin de solo una derrota en 18 partidos- dio paso a otras dos victorias; frente al Athletic por un abultado 0-4 y en la última jornada ante el Málaga por 0-2.
El equipo catalán vuelve a sonreír y a creer en sí mismo para alcanzar la meta de la permanencia a través de la varita mágica del mexicano.
Una renovada e inquebrantable unión en el vestuario que convierte al Espanyol en un rival incómodo para cualquier equipo. "Ahora sí nos están saliendo las cosas y estamos capacitados para plantar cara a cualquiera", advirtió el periquito Víctor Sánchez. "Ya no hay que hablar de que cada partido es una final, pero sí tenemos que seguir trabajando como hasta ahora. Lo hemos conseguido a base de trabajo, sacrificio y de mantener la portería a cero".
Una mayor fiabilidad en lo que al entramado defensivo hace referencia, que se ha convertido en el punto a través del cual trata de carburar el Espanyol, que recibirá hoy a la Real con una racha de siete jornadas sin perder en casa.
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