No me voy a detener mucho en el desarrollo de un encuentro soso y carente de tensión en el que vimos a una versión de la Real que creíamos desterrada. El inicio no pudo ser mejor. No habían transcurrido ni cinco minutos cuando un magistral centro de Zurutuza fue rematado en plancha a red por el mexicano Carlos Vela. Todo parecía indicar que la Real nos iba a volver a deleitar con una nueva victoria y el hecho de que las gradas del Coliseum estuvieran tan desangeladas (solo se escuchaba a los valientes seguidores realistas que acudieron al estadio), era un factor que acrecentaba nuestro optimismo.
Tras el 0-1, la Real pareció hacerse dueña de la situación pero todo cambiaría en el fatídico minuto 18. Markel Bergara que lleva una temporada realmente buena, cayó en uno de esos vicios por el que tanto se le suele criticar. El centrocampista de Elgóibar es un luchador nato, pero tiene la manía de abusar de pases hacia atrás, que generalmente permiten salir a la defensa con el balón controlado pero que tienen el riesgo de que si te equivocas, condenas a tu equipo a recibir un gol.
En Getafe la moneda salió cruz, y un error de Markel provocó que Pedro León.se quedara solo ante Bravo y le batiera con un gran gol. Ese tanto hizo lo que ningún otro ha conseguido en esta segunda vuelta: hacer desaparecer a la Real. No volvimos a tener señales de nuestro equipo casi hasta el final del partido. Antes del descanso, el Getafe logró el 2-1 y en el segundo periodo, la Real fue incapaz de hilvanar jugadas claras de peligro salvo un peligroso centro de Chori Castro y una combinación entre Agiretxe y Griezmann que acabó con un remate del francés que salió rozando el larguero de la portería de Moyá. Poco bagaje para una Real acostumbrada a acosar las áreas rivales.
Por su parte, el Getafe recurrió a pérdidas de tiempo sin descuidar tampoco el ataque aprovechando que la defensa realista dejó ayer más espacios que de costumbre. Y poco más se puede decir de un partido que fue apático hasta en la retransmisión televisiva...
¿Y ahora qué? Pues a seguir adelante porque seguimos teniendo muy cerca el mayor sueño de la última década. Como diría J.B. Toshack, lo de ayer no debe ser más que un mal día en la oficina. Nuestro equipo sigue teniendo la sartén por el mango y el objetivo Champions no se aleja de Donosti, a pesar de que el Valencia acecha con fuerza.
El calendario nos favorece (el Valencia jugará 3 de sus últimos 4 partidos fuera de su casa ante rivales que se juegan la Europa League- Rayo, Getafe y Sevilla-). La clasificación nos favorece (2 puntos de ventaja más el average). Y nuestra ilusión no puede compararse a la de los chés.
No me gustaría que se repitiera la historia de 1998 y 2003, cuando a pesar de la alegría de dos temporadas soberbias, nos quedamos con la pena final de lo que pudo ser y no fue.
Esta generación de futbolistas y sobre todo esta afición merece que la Real pueda jugar este verano la previa de la Champions. El lunes, nuestros jugadores dieron síntomas de humanidad pero debemos extraer de ello una lectura positiva: “clasificarnos con demasiada facilidad para la Champions podría impedirnos valorar como se merece un hito histórico que nuestro club está muy cerca de alcanzar”. El lunes que viene, volveremos a ver a la verdadera Real.
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