Perder se podía perder, en cualquier sitio, pero hay formas y formas. Lo peor fue la sensación de vuelta a las andadas, del retorno de viejos fantasmas. Esa capacidad intrínseca que perseguía a la Real de hundirse al mínimo contratiempo, de lamentación perpetua, que le terminaba condenando en enfrentamientos en los que aún podía restar un mundo por disputarse. El error, letal, de Markel, no sólo le hundió a él sino que hundió, incomprensiblemente, a todo el equipo, que fue incapaz de sobreponerse a la desgracia y que únicamente hacia el final, a lo largo de unos diez minutos, inquietó, por llamarlo de alguna manera, la portería del Getafe. Con el potencial del equipo del centro del campo hacia delante, y siendo plenamente conscientes de ello, nadie dio un puñetazo en la mesa para reaccionar y buscar la remontada. Sólo el Chory, saliendo desde el banquillo, lo intentó.
El discurso al final de los noventa minutos no podía ser otro. Desde el propio Aperribay y hasta el último de los futbolistas lo reconocieron. “Para clasificarse para la Champions va a haber que jugar mucho mejor”. “Hemos jugado fatal, con balón, sin balón, en todas las facetas”. Borrón y cuenta nueva. No queda otra. La Real depende de sí misma. La temporada, pase lo que pase, va a ser estupenda, pero a nadie se le escapa que disputar la Champions la venidera campaña sería de ensueño. El calendario no es nada sencillo. El Pizjuán y Riazor no son salidas cómodas, más bien lo contrario, y a Anoeta llegar el Granada, que se juega la vida, y el Real Madrid, que aunque llegará sin nada en juego, no deja de ser una de las mejores plantillas del mundo. El Valencia tiene fuera tres de los cuatro compromisos. Lejos de Mestalla no está tan cómodo. A lo largo de 34 jornadas los txuri urdin han demostrado ser mejores. Es algo tan sencillo como seguir haciéndolo en las cuatro semanas que restan. Olvidando el traspié de Getafe. Porque fue sólo eso, un traspié. ¿Verdad chicos? Corramos un tupido velo. Este equipo tiene todo el crédito este año. No podemos venirnos abajo por una derrota. Eso sí, hay que ganarle al Granada. Por lo civil o por lo criminal.
Errores y humanidad
La pasada semana destacábamos el excepcional estado de forma de algunos futbolistas, entre ellos, Markel Bergara. El de Elgoibar fue el protagonista negativo del choque del Coliséum por ese error fatal en el pase que puso en bandeja el 1-1 a Pedro León y tras el que la Real se vino abajo como un castillo de naipes. Todos somos humanos. Un error no va a cambiar el hecho de que su temporada esté siendo formidable. Debe servirle para aprender. Sin la máxima tensión y la máxima concentración cualquiera te hace un roto. Pardo también sufrió. Después de mucho tiempo fue titular y sucumbió en el intento. Las conclusiones que saque, siempre en positivo, le servirán para dar uno o varios pasos hacia delante. Es un jugadorazo. Ánimo a los dos.
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