miércoles, 15 de mayo de 2013

Ni Un Domingo Sin Ti_ ¡VUELA!


No hay miedo más irracional que el miedo a ser feliz. Es algo innato en el ser humano y por sorprendente que resulte, todos hemos experimentado este temor en mayor o menor medida. Todo cambio, aunque fehacientemente sepamos que es para mejorar, conlleva un temor a lo desconocido que de forma involuntaria nos puede impedir avanzar.

Recuerdo que hace algunas jornadas titulé a una de mis crónicas De polluelo a Águila Real en la intención de identificar la evolución de la Real desde la llegada de Montanier con la metamorfosis que sufren estas crías hasta convertirse en bellas rapaces.

Volar. Ese es el objetivo. Dar el primer pasito, lanzarte al vacío y experimentar una sensación placentera de libertad sin límites. Sólo los más valientes sobreviven y sólo aquél que es capaz de vencer su miedo podrá alcanzar las metas más altas.

Tenemos el plumaje, los colores atractivos, las ganas y la conciencia plena de estar avanzando hacia un abismo trascendental que cambiará el curso de la próxima temporada. Para mejor, sin duda estamos ante el ansiado "Salto de Calidad". Sin embargo, cuando tenemos nuestro sueño al alcance de la mano surgen muchos temores y el vértigo puede hacernos renunciar a lo natural porque… ¿y si se cumple? ¿qué pasará si se cumple? ¿estaré a la altura?

"Ten cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad" es otra de las frases que puede resumir lo que estamos viviendo estas últimas cinco jornadas. Todo iba sobre ruedas, afianzados en la cuarta plaza con la sintonía de la Champions resonando en nuestras cabecitas txuriurdines, hasta que empezamos a ser conscientes del premio que hay al final y, asomados al borde sentimos miedo. Quizás la falta de experiencia y juventud de la plantilla esté teniendo algo que ver aunque todo hubiera cambiado si esos dos balones se hubieran encontrado con las mallas en vez de con los palos.

Estaríamos deleitándonos con los dos goles de Agirretxe, las genialidades de Xabi Prieto o la fuerza incansable de De la Bella. Piensa en anoche y en cuántas veces cantaste un gol que no subió, cómo te rendiste a los pies de Charly en esa ovación que hizo retumbar Anoeta. Dime que no creíste en una goleada, que no disfrutaste con el juego del equipo. Dímelo, porque no te creo. Yo creí y no entendí cómo terminaron sacando un punto de oro y diamantes para su crítica situación. ¡Eso si es presión!

Me fui en el 90’ con el 2-1 y los años de experiencia me hacían imaginar lo que sucedía dentro interpretando la voz de la afición. En un momento dado, se produjo un silencio. Profundo, demencial. Silencio. Miré para atrás y al fondo de la avenida quedaba el estadio iluminado envuelto en un silencio tétrico que me hizo temblar. Empate. Cabreo. Decepción.

Sin embargo, mírate. Tu plumaje sigue intacto y tus colores lucen cada día más brillantes. Tu porte y habilidades hacen las delicias de los que te admiran. Sin darte cuenta, ya has conseguido tu sueño europeo. ¿No te habías dado cuenta? ¡¡¡Sabes volar!!! Sabes hacerlo y lo haces muy bien. Tranquilo, respira, mira al frente, suelta mi mano y confía porque sólo tú puedes levantar la cabeza, mirar al cielo y volar.

No temas, yo estoy contigo. ¡VUELA!




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