lunes, 15 de abril de 2013

SÚBETE A MI MOTO


La Real liquida al Rayo Vallecano por la vía rápida gracias a dos goles de Agirretxe en el primer cuarto de hora y se da un festín con sus cerca de 2.000 aficionados

Este equipo es así. Llega a Vallecas, se encuentra con unos aledaños teñidos de txuri-urdin, con una afición rendida a su fútbol y a su trayectoria, que invierte su tiempo y su dinero en seguirle, y, en lugar de temblarle las piernas, se viene arriba. La Real salió como una moto en el estadio vallecano y en trece minutos liquidó el partido. Fueron dos goles, pero bien podía haber anotado otros dos solo en el primer cuarto. A esto se le llama marcar las diferencias, ni más ni menos. Y no se crean que era una misión fácil. El Rayo es un gran equipo, de los que mejor juegan en la Liga y el segundo en la tabla de revelaciones de esta temporada. Cuando los realistas le aplastaron en el duelo de ida disputado en Anoeta con un 4-0 inmaculado, sellado a base de fútbol del bueno, fueron muchos los agoreros que afirmaron que no tenía tanto mérito porque la táctica de Paco Jémez era poco menos que un suicidio. Pues bien, con esa misma estrategia ha sumado muchos puntos a lo largo del campeonato y opta por méritos propios a entrar en la Europa League.

Tampoco se le podía haber descartado para la lucha por la Champions de haber ganado ayer. Pero no lo pudo conseguir. Y el motivo es evidente. El conjunto que le visitó es el que más en forma está en la Liga. Su nivel de confianza y autoestima le convierte en un adversario temible, casi invencible.

Solemos decir desde que inició su inolvidable racha de resultados allá por noviembre que lo más digno de elogio de esta Real es su capacidad para solventar los problemas que se le presentan a lo largo de cada encuentro. Unas veces anota por su pegada, otras practicando un juego de ensueño y dominando de cabo a rabo sus partidos o, incluso en algunas otras, simplemente saca resultados por la seguridad de su entramado defensivo.

Desde ayer podemos añadir un nuevo capítulo a este serial que nos lleva emocionando meses partido a partido. La salida en tromba para noquear al enemigo y dejarle sin capacidad de respuesta. Insisto, tuvo mucho mérito lo de ayer, porque la Real no necesitó más para vencer. Bueno sí, demostrar que su zaga es también una de las claves de su éxito. Es cierto que la Real no lució tanto como otras veces, salvo en el eléctrico cuarto de hora del inicio, pero después simplemente hizo lo que tenía que hacer para ganar un partido. Y eso dice mucho de la madurez del conjunto más joven de la Liga y del convencimiento que tiene en sus posibilidades.

Unas horas después del 4-2 ante el Málaga, ese partido que según Pellegrini ganó el equipo que estuvo más acertado en las jugadas a balón parado, uno de los pesos pesados del vestuario me comentaba que notaba que habían vencido con facilidad, y otro, que tampoco había acabado muy cansado, ya que no les había hecho falta exprimirse. Me da la sensación de que ayer regresaron a Donostia con parecidas sensaciones.

Fue un día inolvidable. Da gusto jugar en Vallecas, con dos aficiones hermanadas dispuestas única y exclusivamente a animar a los suyos con la intención de pasárselo en grande. Si luego encima gana la Real, la felicidad es completa.

El once esperado


Philippe Montanier sacó el once que todos esperaban, con la inclusión de los cuatro tocados durante la semana, que son vitales para el equipo. A los tres minutos, Griezmann, que arrancó como una mecha, puso un balón de oro que Xabi Prieto ni Vela pudieron rematar. Pocos segundos después Carlos Martínez probó suerte desde lejos y paró Rubén. El Rayo resistía como podía el aluvión hasta que en el minuto 6, tras un pequeño susto en un cabezazo de Baptistao, Griezmann proyectó a De la Bella por su banda y su centro lo envió a las redes Agirretxe. Solo cinco después, Carlos Martínez nos engañó a los hombres de poca fe al pegar un pelotazo que parecía un despeje pero que se convirtió en un pase largo excelente a Xabi Prieto cuya asistencia la aprovechó Agirretxe para marcar. Dos balones al área y dos remates cazados por el 9 de la Real. Qué más da lo que hizo después, que también fue mucho y bueno, elkiller de Usurbil dio los tres puntos a su equipo en Vallecas.

Paco Jémez se temió lo peor y cambió a los 16 minutos a dos de sus jugadores, en una maniobra de entrenador de personalidad y valentía. El Rayo mejoró con los dos refuerzos. Comenzó a tener más el balón y a dominar territorialmente. Incluso dio la sensación de que podía volver a dar vida al duelo. Pero no contaba con el muro de hormigón que planta cada jornada la Real delante de su portería.

Sí, los de arriba son muy buenos, como dicen ahora los que están descubriendo a esta poderosa Real, pero los de atrás también. Los dos laterales atraviesan por los mejores momentos de sus carreras, Mikel ha encontrado su plenitud junto a Iñigo Martínez, y este… Todo el tiempo que pase en la Real lo recordaremos probablemente como un mito, porque es un central impresionante.

El Rayo solo puso a prueba a Bravo en disparos lejanos que no inquietaron en exceso. Su única ocasión clara fue una gran jugada de Piti, que dejó sentados a Markel y Carlos Martínez con un recorte y su centro lo desvió como pudo De la Bella. Antes del descanso, Agirretxe dispuso de otra buena opción tras un envío largo de Bravo y a Xabi Prieto le hizo un penalti Gálvez de los que parecen imposibles de no pitar. Bueno, imposible para la gente normal, Álvarez Izquierdo no lo es. Algún día nos explicarán cuál es el enchufe que tiene el señor este para seguir arbitrando en Primera.

Faltó sentenciar

En la reanudación la Real aguantó de pie y sin excesivos acaloramientos la buena salida del Rayo. Los franjirrojos amenazaban con muchos centros al área pero no podían rematar ninguno. El único que consiguió cabecear uno fue Delibasic, pero demasiado forzado, por lo que el balón se le marchó alto. La Real tuvo que recurrir a su arma más potente para retomar el control del duelo. Vela volvió a demostrar que tiene más calidad que cualquiera en la Liga que no sea de los dos gigantes. Después suyo no veo a nadie que atesore tanto talento como el mexicano. Hizo tres jugadas para enmarcar, aunque solo pudo finalizar entre los tres palos una de ellas que rechazó Rubén.

La verdad es que a la Real le faltó liquidar el choque con un tercer tanto, ya que, además, tenía muchos espacios para sacar partido a su velocidad. Agirretxe pudo firmar un hat-trick en una jugada muy parecida a la del segundo tanto, pero el remate se le marchó alto. Incluso hubo una jugada del mundo al revés, porque la lanzó De la Bella desde la derecha y Elustondo, tras una meritoria cabalgada, chutó demasiado cruzado con su pierna izquierda. Chory Castro también dispuso de algún balón para hacer sangre, pero cayó en fuera de juego en dos buenas ocasiones. Al final se llegó sin que Bravo tuviese que hacer ninguna intervención de mérito, con eso está todo dicho.

Esta Real puede y se atreve con todo. Incluso se toma a broma que vaya a visitar un estadio que dicen que le ha sido gafe históricamente y en el que no gana desde 1989. La cuarta posición está un paso más cerca porque ayer se tomó como aperitivo a uno de los rivales directos en pleno corazón de Madrid y ya aventaja en cuatro puntos a su candidato más peligroso, el Valencia. Este equipo es muy grande y está haciendo feliz a mucha gente. No había más que ver la cara de los 2.000 realzales en Vallecas. El choque de ayer se resume en una frase:Pim pam pum… Que pase el siguiente.


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