El 27-09-2012 el pleno del Ayuntamiento de San Sebastián dio luz verde al proyecto de reforma de Anoeta, de tal forma que ya sólo queda obtener el capital necesario para hacer posible su financiación y con ello materializar una vieja aspiración de la afición realista, consistente en hacer desaparecer las inútiles y perjudiciales pistas de atletismo que rodean al césped y separan decenas de metros a la afición de su equipo.
Hagamos un pequeño repaso histórico de lo acaecido en torno al recinto donde nuestro equipo ha jugado, pudo jugar y juega sus partidos como local ... intentando explicar los motivos por los cuales es, junto al Real Mallorca, el único club de la Primera División española que juega en un estadio con pista de atletismo.
Capítulo I: Atotxa en su esplendor (1913-1977)
Capítulo II: El proyecto frustrado de Zubieta y la decrepitud de Atotxa (1980-1993)
Capítulo III: Anoeta con sus pistas (1993-2012)
Capítulo IV: Anoeta sin pistas … ¿lo veremos algún día?
Capítulo I: Atotxa en su esplendor (1913-1977)
Sustituyó al campo de Ondarreta, inaugurado pocos años antes y en el que nuestro club se estrenó como equipo de la élite competitiva del país en 1909.
Durante 80 años la Real juega sus partidos en ese inolvidable recinto, campo cerrado, caliente y encajonado en las entrañas de la ciudad, muy operativo y funcional durante varias décadas, en que acostumbra a presentar grandes llenazos tal como lo muestran innumerables fotografías de época.
Sigue el patrón de los campos ingleses, con las gradas muy cercanas al terreno de juego, y va experimentando una evolución paulatina en el tiempo para adaptarse a las necesidades del equipo en cada momento.
Los laterales, ya desde el principio, contemplan la división que puede apreciarse en cualquier recinto futbolístico tradicional con una grada más cómoda y cara, dirigida a clases sociales digamos más “aburguesadas” (cubierta para la lluvia, localidades sentadas, protección del sol..) y otra más incómoda y “proletaria”: descubierta, de pie y expuesta al sol.
La “tribuna” está situada junto a las vías de Renfe en un terreno casi inaccesible para el peatón, ubicación junto al ferrocarril que puede observarse perfectamente desde el viaducto de Iztueta. Fruto de esa “inaccesibilidad” no tiene entrada directa y se accede a ella desde los fondos: bien desde el mercado de frutas, bordeando el antiguo hospital militar o bien desde la lateral del fondo de Mujika más pegada a las propias vías. Es una tribuna cómoda, desde la que se ve bien el fútbol aunque no tiene demasiadas filas lo que la hace perder perspectiva. Para solventarlo, se construyen dos palcos, uno encima de otro y de considerable elevación sobre el campo el más alto de ellos, con asientos acolchados, que constituyen el punto álgido de comodidad en el estadio. Son las mejores localidades de Atotxa y están reservadas, cómo es lógico, a las clases más pudientes de nuestra ciudad. Debajo del todo, un par de filas de asientos de piedra separados de la tribuna constituían un “híbrido” entre la tribuna y la grada de pie… quizás eso fuera la antigua “preferencia”… la cuestión es que sin llegar a ser tribuna, siempre estuvo considerada con un “plus” respecto a la grada y de hecho no se podía acceder a esa preferencia –en que se estrenó en Atotxa quien esto escribe en 1972- sin un pase o entrada especial.
La “grada” recorre el Paseo del Duque de Mandas y tiene varias bocanas de entrada a lo largo de su recorrido. Una grada descubierta y habitualmente abarrotada según se ve en fotografías históricas, pese a su aparente incomodidad (sin asientos, sin visera, expuesta al sol, a la lluvia, a las avalanchas…). Sobre ella sólo hay una especie de “cajón” encaramado a unos postes en el que se sitúa la megafonía, radios, periodistas, etc. y a la que se sube por unas escaleras. Cuentan los más veteranos que esa “caja de zapatos” fue construida para albergar la estructura de las retransmisiones televisivas, o sea que su instalación debió coincidir con la llegada de la iluminación eléctrica a finales de los 60… El que esto escribe, eso sí, siempre conoció aquel “chamizo” plantado allí arriba.
En los primeros años 70, aprovechando el material sobrante de la obra de construcción de la tribuna de Mujika –de la que luego hablaremos- se dota de visera a toda la grada, con el consiguiente beneficio para los espectadores en lo relativo a las inclemencias metereológicas (algo muy a tener en cuenta en una ciudad como la nuestra) pero un claro perjuicio en lo referente a la visibilidad, hasta entonces inexistente: las columnas.
La construcción de la cubierta hace que el club decida acometer la conversión de parte de esa grada en tribuna y así, hacia 1977, coloca bancadas a todo lo largo de su recorrido y construye un muro hacia la mitad de la grada quedando toda la parte baja reconvertida en tribuna (con el consiguiente incremento del precio de las localidades) y continuando la parte alta como grada de pie. Inopinadamente y sin previo aviso (así lo vivió el que esto escribe al menos) al inicio de una temporada concreta que en este momento no recuerdo, ese muro aparece varios metros más arriba en el primer partido de septiembre, reduciéndose por tanto considerablemente el espacio destinado al espectador de pie de esa zona.
La construcción de la tribuna conlleva asimismo, que todas las bocanas de entrada del Pº del Duque de Mandas queden destinadas al acceso a esa tribuna, construyéndose una escalera de caracol hacia la mitad de la lateral para que puedan acceder al campo los espectadores de preferencia.
Los fondos también experimentan su evolución a lo largo del tiempo. El fondo del mercado está pegado a un frontón por la parte de Duque de Mandas y al mercado de frutas por todo el resto frontal, por eso hay que cruzar un pasillo con almacenes de verdura a un lado y las bocanas del fondo a otro una vez se ha accedido al recinto desde la calle para ocupar una localidad. En la parte baja hay localidades de grada y en la alta de tribuna y el que esto escribe al menos no llegó a observar ninguna evolución en ese fondo –al igual que la tribuna de las vías-, siempre lo conoció igual.
Como conoció igual el fondo de Mujika, aunque sí es consciente de la evolución experimentada: de ser sólo unas cuantas filas para espectadores de pie situados tras la portería de la torre de Atotxa, con una fábrica al fondo, pasó a ser la tribuna más alta del estadio en los primeros 70, coincidiendo con la construcción de la Torre de Atotxa y el derribo de la fábrica que da nombre al fondo. Sobre esa fábrica se construyó la citada tribuna y, una vez utilizados los materiales restantes en la construcción de la cubierta de Duque de Mandas, como antes se ha señalado, quedó terminado y reformado el entonces vital, cercano, cálido y funcional Atotxa… aunque no vamos a acabar este capítulo sin hacer una pequeña reseña de las esquinas del viejo campo.
En la esquina del frontón (fondo del mercado con preferencia de Duque de Mandas) se ubicaba el viejo marcador simultáneo y ahí solían colocarse los soldados de los cuarteles de Loiola, a los que al parecer se repartían entradas. Junto a ellos, pero separados por una verja, en la lateral de la tribuna del mercado, unos txistularis llegados creo que de Zarautz, entonaban su habitual repertorio. Dos formas de ver a la Real sin pagar en Atotxa… de entre las muchas que existían –los balcones de Duque de Mandas antes de construirse la cubierta de grada, por poner un ejemplo … y sin llegar a los extremos de quienes permanecían escondidos en el mercado entre la fruta para salir a la hora del partido… ¿habrían pasado toda la noche allí? -
En la otra esquina de ese fondo -desde la que salía raudo a calle el lanzador de los míticos cohetes para anunciar buenas noticias (dos cohetes, gol de la Real) o malas noticias (un cohete, gol del contrario)- había una franja alargada, encima del córner, “el tubo”, a la que también se conocía como “el Rincón de los entendidos”… nunca vi un partido desde allí pero puedo adivinar los motivos de tal denominación… Encima de ellos se elevaba una especie de torreta con balconadas desde la que también podía observarse cómodamente los partidos. En cuanto a comodidad, no tenía nada que envidiar a los palcos… pero es obvio que la visibilidad desde un córner era bastante peor. Ello no obstante, los jugadores descartados de las convocatorias acostumbraban a ver los partidos desde estos balcones en vez de hacerlo desde el palco de autoridades… situado en la zona baja de la tribuna y por tanto distinto de los palcos altos antes citados que eran para espectadores.
La esquina de Renfe con Mujika albergó al marcador simultáneo “moderno” –inaugurado en 1985 y con una visibilidad mucho mejor desde la mayoría del campo-, también llegó a colocarse un marcador electrónico en que sólo aparecía el resultado del partido de la Real encima de los palcos, presidido por un escudo del club en la parte más alta. Finalmente, la esquina de Duque de Mandas con Mujika presentaba un siniestro aspecto desde la calle pues podían verse cristales rotos de botellas encima del murete para “persuadir” a aquellos que estuvieran tentados de colarse… casi era mejor pasar la noche en un almacén, rodeado de restos de frutas y verduras e impregnado de su “aroma”… En esa esquina fueron encajonados “ad hoc” (mediante la construcción de un muro que fue inmediatamente derribado tras su marcha) los seguidores del Celtic de Glasgow que en octubre de 1982 acudieron a nuestro campo a presenciar una eliminatoria de Copa de Europa… que acabó con victoria y clasificación de nuestro equipo, como no podía ser de otro modo…
Así era el viejo Atotxa… con ese aire tan cercano y familiar que permitía, si el campo no estaba muy abarrotado, moverse de grada en grada durante el partido para situarse lo más cerca posible de donde atacara la Real… no en vano gradas y esquinas estaban interconectadas de modo que uno podía pasar desde la lateral de Duque de Mandas a Mujika bajando por el rincón de las botellas rotas y desde Mujika a Frutas pasando por el pasadizo de la tribuna de Renfe, donde estaba la tienda de chuches… es decir, podía uno darse la vuelta al campo con el único límite del córner del frontón, el cual, al albergar la “grada de marcador” –localidad más barata que la preferencia- no tenía libre acceso a la preferencia, pero sin que ello impidiera -siguiendo el itinerario señalado- dar la vuelta al campo de lado a lado para situarse en la localidad de pie que uno eligiera … y ahí residía una de las singularidades del viejo Atotxa: tan accesible por dentro –movilidad por todos los sitios a excepción de las tribunas- y tan enrevesado por fuera, por su encajonamiento entre un frontón, un mercado de frutas, unas vías… e incluso una fábrica, aunque ésta ya la mayoría no la llegamos a conocer por su derribo.
En la otra esquina de ese fondo -desde la que salía raudo a calle el lanzador de los míticos cohetes para anunciar buenas noticias (dos cohetes, gol de la Real) o malas noticias (un cohete, gol del contrario)- había una franja alargada, encima del córner, “el tubo”, a la que también se conocía como “el Rincón de los entendidos”… nunca vi un partido desde allí pero puedo adivinar los motivos de tal denominación… Encima de ellos se elevaba una especie de torreta con balconadas desde la que también podía observarse cómodamente los partidos. En cuanto a comodidad, no tenía nada que envidiar a los palcos… pero es obvio que la visibilidad desde un córner era bastante peor. Ello no obstante, los jugadores descartados de las convocatorias acostumbraban a ver los partidos desde estos balcones en vez de hacerlo desde el palco de autoridades… situado en la zona baja de la tribuna y por tanto distinto de los palcos altos antes citados que eran para espectadores.
La esquina de Renfe con Mujika albergó al marcador simultáneo “moderno” –inaugurado en 1985 y con una visibilidad mucho mejor desde la mayoría del campo-, también llegó a colocarse un marcador electrónico en que sólo aparecía el resultado del partido de la Real encima de los palcos, presidido por un escudo del club en la parte más alta. Finalmente, la esquina de Duque de Mandas con Mujika presentaba un siniestro aspecto desde la calle pues podían verse cristales rotos de botellas encima del murete para “persuadir” a aquellos que estuvieran tentados de colarse… casi era mejor pasar la noche en un almacén, rodeado de restos de frutas y verduras e impregnado de su “aroma”… En esa esquina fueron encajonados “ad hoc” (mediante la construcción de un muro que fue inmediatamente derribado tras su marcha) los seguidores del Celtic de Glasgow que en octubre de 1982 acudieron a nuestro campo a presenciar una eliminatoria de Copa de Europa… que acabó con victoria y clasificación de nuestro equipo, como no podía ser de otro modo…
Así era el viejo Atotxa… con ese aire tan cercano y familiar que permitía, si el campo no estaba muy abarrotado, moverse de grada en grada durante el partido para situarse lo más cerca posible de donde atacara la Real… no en vano gradas y esquinas estaban interconectadas de modo que uno podía pasar desde la lateral de Duque de Mandas a Mujika bajando por el rincón de las botellas rotas y desde Mujika a Frutas pasando por el pasadizo de la tribuna de Renfe, donde estaba la tienda de chuches… es decir, podía uno darse la vuelta al campo con el único límite del córner del frontón, el cual, al albergar la “grada de marcador” –localidad más barata que la preferencia- no tenía libre acceso a la preferencia, pero sin que ello impidiera -siguiendo el itinerario señalado- dar la vuelta al campo de lado a lado para situarse en la localidad de pie que uno eligiera … y ahí residía una de las singularidades del viejo Atotxa: tan accesible por dentro –movilidad por todos los sitios a excepción de las tribunas- y tan enrevesado por fuera, por su encajonamiento entre un frontón, un mercado de frutas, unas vías… e incluso una fábrica, aunque ésta ya la mayoría no la llegamos a conocer por su derribo.
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