viernes, 15 de marzo de 2013

CÓNCLAVE SIN MISTERIO


Pellízquenme para despertar. Esto parece un sueño. A tiro de Champions. Ni el más optimista hubiese apostado a comienzos de temporada que, a estas alturas, divisaríamos la máxima competición continental por equipos a un palmo. Mirar estos días la clasificación provoca ipso facto un subidón de adrenalina y de autoestima fundamentales para encarar cada jornada diaria. Conozco alguno que antes de marcharse a trabajar enciende el teletexto, esboza una sonrisa, apaga la tele y coge el camino de la oficina con las pilas cargadas. Puro sentimiento. Sentimiento txuri urdin.

Esta Real parece capaz de lograr el más difícil todavía. El domingo fue una delicia. No hay mayor satisfacción que derrotar en su feudo al Atlético de Madrid. Zas, en toda la cara. Ni segundos en la clasificación, ni Falcaos, ni Simeones, ni gaitas. El equipo realista se plantó en el Calderón e impartió todo un máster de cómo jugarle a uno de las plantillas más potentes de la Liga en su propia casa. Puso el Manzanares patas arriba con un ejercicio brillante de concentración, estrategia defensiva y contragolpe letal. Lo último lo conocíamos ya. Pero el grado de concentración ofrecido y la solidez en la retaguardia fueron para enmarcar. Si el concepto defensivo lo aplicamos con semejante fortaleza de aquí a final de temporada, Europa no se escapará, porque del centro del campo para arriba tenemos dinamita.

En tiempos en los que todos los estamentos eclesiásticos se centran en la elección del nuevo Papa, en la Real, desde luego, hay fumata txuri… urdin. Después de mucho humo negro, Montanier ha conseguido aglutinar opiniones haciendo gala de una inteligencia y un sentido común que eran necesarios. A día de hoy, visto lo visto, podrá transmitir más o menos a la afición, podrá caer mejor o peor a los aficionados, pero de lo que no hay duda es de que está llevando a este club a realizar la mejor temporada desde el subcampeonato. Los datos son objetivos. Ha necesitado tiempo, sí, pero ahora está en el momento ideal, en el que las ideas son muy claras y plasmarlas sobre el terreno de juego resulta hasta sencillo. De locos. Quién lo iba a decir. La pelota, ahora, está en el tejado del Consejo. Reunidos en cónclave deberán acometer la renovación del técnico galo, que en una posición muy reforzada, veremos qué intenciones tiene y qué exigencias presenta. Quiero creer que los primeros pasos se han dado y que, incluso, Aperribay lo tendrán claro. Demasiado tranquilo se le ve al máximo mandatario blanquiazul como para no tener la sartén por el mango. A ver.

Con todo, no hace falta ser ningún erudito para caer en la cuenta que la exigencia para este equipo será máxima si pretende pelear hasta el final por entrar en competición europea. Una mínima relajación, un mínimo atisbo de dejarse llevar, echará todo el trabajo por la borda. Llega la recta final. Con partidos propicios en Anoeta en los que pueden darse los golpes definitivos. Como el de este sábado ante el Valladolid. Hay que ir a por ellos. Con toda la fe.

Signos del cambio

En muchas ocasiones se ha criticado al grupo de jugadores de casa que forman la plantilla de la Real por la falta de carácter que transmitía durante los partidos, a la hora de cerrar los partidos, a la hora de encararse con los rivales, dirigirse al árbitro… En el Calderón Mikel González estuvo brillante. Las cámaras le cazaron. No se cortó ante Diego Costa. Le dijo lo que muchos pensamos. Signos del cambio. Esta Real no se va a dejar pisar por nadie. Y lo que nos alegramos.


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