martes, 14 de mayo de 2013

UNA RULETA RUSA INCOMPRENSIBLE


La Real perdió dos puntos en el descuento de un partido en el que Montanier se equivocó en el planteamiento

Fue increíble. No se recordaba un descuento tan desafortunado en Anoeta desde el partido del Villarreal el año del subcampeonato, cuando los amarillos igualaron un 2-0 en contra y dejaron sin unos puntos a los locales que al final hubieran significado el tercer título. Lo peor de todo es que se veía venir la igualada del Granada, que, además, estuvo precedida de la quinta amonestación de Mikel González.

La Real se equivocó de cabo a rabo en el duelo en el que no podía fallar si pretende ser cuarta. Si en Getafe consumió el comodín del mal partido, ayer agotó el peor de todos, el que no podía perder, el del factor psicológico que había conquistado por méritos propios en la goleada a su principal perseguidor en el duelo directo.

Philippe Montanier sorprendió a todos al inventarse una nueva fórmula para hacer olvidar la ausencia de Illarramendi. El técnico se decantó por la opción más arriesgada, al alinear a los cuatro mediapuntas. Aunque probablemente sea la línea de mayor nivel del equipo, la apuesta era cuanto menos controvertida, ya que Alcaraz, como suele ser habitual en los equipos con los que ha visitado Anoeta, situó un 4-4-2 muy retrasado.

Por si fuera poco, las continuas subidas de los laterales motivaban que los extremos tuvieron que dejar libres las bandas, por lo que se generaba un atasco por el centro que beneficiaba en todo momento la tarea destructiva de los andaluces. Además, Markel se encontraba en una continua situación de riesgo, ya que tenía por delante a dos futbolistas marcados por el patrón ofensivo como Griezmann y Xabi Prieto, que, involuntariamente o no, adelantaban demasiado sus posiciones, lo que provocaba que el equipo se partiera en dos.

Uun ritmo contraproducente


La Real intentó marcar territorio pronto con una salida muy explosiva, lo que era perfecto para intimidar e intentar adelantarse, pero que sin duda resultaba contraproducente como ritmo de partido. Los realistas plantearon un partido en todo momento equivocado y que simplemente no les interesaba. Nadie puede discutir que en verdad merecieron la victoria, porque generaron muchas más oportunidades sustentadas por su calidad individual, pero también es verdad que el nivel de sus jugadores estuvo siempre muy por encima al de Montanier.

Resultó incomprensible e inconcebible que en la segunda parte no acumulara más efectivos en el centro del campo, cuando no paraban de generar ocasiones y mientras todo Anoeta se daba cuenta de que el equipo estaba jugando con fuego, ya que en cada intervención de Markel Bergara -solo en la medular- se corría un peligro de muerte. Lo veían todos menos Montanier, que se empeñó en reforzar sus bandas, en lugar de equilibrar la columna vertebral del equipo. Se supone que Zurutuza no estaba bien, porque ni calentó, pero en la banda estaba un tal Pardo que sería titular en el 80% de equipos de Primera. En el juego de la ruleta rusa, aunque tu rival esté obligado a disparar más veces, se corre el riesgo de que en tu único intento te dispares a la sien. Y desgraciadamente no fue el único, porque Bravo con tres buenas paradas retrasó la llegada del empate.

La Real salió decidida a adelantarse y lo consiguió pronto, puesto que a los ocho minutos Agirretxe, en fuera de juego, cabeceó a la red una falta sacada por Chory Castro. Lo más difícil parecía hecho, pero Brahimi, que nunca había jugado tan cómodo, rompió por el centro poco después y asistió a Torje, y su remate desviado por Griezmann llegó a El Arabi para que empatara el duelo. El primer síntoma de desorganización se pagó con una desafortunada igualada.

El empate espoleó a los granadinos, que comenzaron a defender mejor y que lograron convertir el fútbol local en un embudo. Pero en la última acción antes del descanso Chory abrió de maravilla a la banda a Vela y su invitación al gol con su zurda de seda la colocó en las redes Agirretxe con el pecho.

Lo normal es que la Real hubiese intentado reorganizarse y jugar a favor del resultado, pero lo que hizo en todo momento fue jugársela como si todavía el resultado fuese de empate. Gracias a su talento fueron capaces de producir oportunidades, como dos remates al palo de Agirretxe y Vela, aunque cada vez que los granadinos pasaban el centro del campo se respiraba una desconocida sensación de incomodidad. Incluso los mediapuntas perdieron varios balones en posiciones en las que está prohibido, pero eso era fruto de lo poco acostumbrados que están a actuar tan retrasados. En pleno descuento, con los aficionados en un ataque de pánico, llegó el jarro de agua fría con el tanto de Recio.

No queda otra que levantarse. El golpe esta vez es mucho más duro y certero que el de Getafe. No es cuestión de ponerse la venda antes de la herida, ni de aflojar en la lucha por la cuarta posición, pero este equipo nos ha hecho felices y, aunque ayer nos diera un vuelco el corazón, ni el mayor de los disgustos nos impedirá ver esta campaña como la del sobresaliente regreso a Europa. Siempre con esta Real heroica, acabe cuarta -posición que nadie olvide que sigue defendiendo- o quinta, pero vaya par de lunes en la oficina que llevamos…


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